A caballo entre las comunidades de Aragón, Cataluña y Valencia, se encuentra uno de los enclaves más agrestes de la costa mediterránea, que hizo que sus bosques se mantuvieran durante años alejados de la codicia del hombre.

        A mediados del siglo XIX se hicieron las primeras visitas por parte de los ingenieros encargados del Catálogo de Montés de Utilidad Pública, y la mayoría de las cabeceras de los ríos que vierten al Ebro fueron incluidas en el mismo.

        En estos montes se refugian tanto hayedos como una abundantísima población de cabra hispánica, que a partir de los años 70 fue acompañada artificialmente de muflón.

        A lo largo del siglo XX se realizaron actuaciones repobladoras, red viaria de acceso, torres de vigilancia y planes de ordenación, para manejar el territorio.

        En este capítulo, se muestra sirviéndonos de los ejemplos de los puertos de Tortosa-Beceite, cómo se gestiona una comarca eminentemente forestal y su reserva de caza.

    Tortosa-Beceite: la cabra montés
El bosque protector

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La guardería realiza controles sanitarios en la población de cabra montés

En los puertos de Torotosa-Beceite se encuentra una de las regiones de procedencia de mejor calidad de madera de pino laricio.

Junto al hayedo de Montejo de la Sierra en Madrid, en este macizo se encuentra el hayedo más meridional de la Península Ibérica.

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