La fijación de dunas litorales comenzó a desarrollarse en España en 1887 cuando se nombra la primera Comisión Técnica que tenía que estudiar los medios de fijar las dunas y repoblarlas, prestando atención a las dunas de Huelva y Cádiz, y muy especialmente, las comprendidas entre las desembocaduras de los ríos Guadiana y Guadalquivir, seguramente por considerarlas como las más peligrosas.

  Tras desestimar el método de navazo utilizado en San Lúcar de Barrameda para crear suelo agrícola, se propusieron alternativas a los efectuados entre Mazagón y Matalascañas, logrando estabilizar dunas que hoy albergan complejos ecosistemas de arenal  en equilibrio.

   Con este capítulo se trata de mostrar que la recuperación de arenales de progresión pueden albergar formaciones boscosas que impidan la pérdida de tierras de cultivo enclaves humanos, presentando además la particularidad de frenar en muchas ocasiones el avance de las zonas subdesérticas del litoral español

    Guardamar: la amenaza de las dunas
El bosque protector

Vista del pueblo de Guardamar del Segura antes de los trabajo de fijación de dunas